Interesante reflexión fundamentada de Juan Torres dionde explica con datos escandalosaos como el capitalismo salvaje está amenazando las más básicas estructuras de los estados y de las democracias.
Publicado en Público.es el 2 de octubre de 2013
El llamado “cierre” del gobierno de Estados Unidos se puede
interpretar y valorar de muchas formas pero creo que por encima de todo
refleja que el capitalismo no da para más.
No estamos hablando de que un país arruinado de Africa disponga de
una administración pública ínfima. No nos referimos ni siquiera a que
una gran economía no esté en condiciones de financiar servicios básicos
pero caros de salud o educación para toda su población: según la Oficina
del Censo de Estados Unidos allí hay más de 46 millones de pobres y más
o menos el mismo número de personas que no tiene asegurada la atención
médica en caso de enfermedad, una de cada seis personas que pasan
hambre, según
Feeding America, y casi 700.000 personas sin ningún tipo de vivienda.
Es peor. Se trata de que la primera potencia mundial no puede pagar el día a día de las actividades elementales de su gobierno.
Es cierto que no es la primera vez que sucede, sino que ha ocurrido
ya 18 veces desde 1976 (la última en 1996), y que en realidad se trata
de un vil chantaje político de los republicanos más extremistas porque
han sido precisamente los republicanos quienes más deuda han generado en
los últimos 35 años. Un estudio del Center on Budget and Policy
Priorities ha demostrado que el 55,8 % de la deuda actual la generaron
los recortes fiscales, el coste de las guerras de Irak y Afganistan y
los gastos de estímulo de G. Bush y el gasto militar y los recortes
fiscales de Reagan, mientras que las políticas de Clinton y Obama solo
han contribuido a generarla en un 28%.
Y la realidad es que detrás de esa medida no hay una razón fundada que obligue a recortar los gastos públicos.
Estados Unidos podría seguir financiando los servicios públicos a los
que renuncia estos días no solo sin necesidad de recortar un solo dólar
en gasto sino incluso aumentándolo para cubrir las necesidades de la
población de menor renta.
Afirmar que hay que recortarlos para poder limitar los déficits y la
deuda es una falacia que oculta la verdad de las cosas: son los gastos
militares (que representan algo más del déficit total previsto para
2013) y, sobre todo, los recortes fiscales que se vienen realizando en
los últimos treinta años para favorecer a los ricos y grandes empresas
lo que realmente disparan su deuda pública.
Según un estudio de Ciudadanos por la Justicia Fiscal los recortes de
financiación al sistema educativo de Estados Unidos fueron de 12.700
millones de dólares en 2012, más o menos la misma cantidad que han
evadido anualmente en impuestos estatales de 2008 a 2010 las 265 mayores
empresas del país (
6 Facts About Hunger That Demonstrate the Shameful Excesses of American Capitalism).
Y según esa misma organización 26 grandes empresas no pagaron impuestos
entre 2008 y 2011 a pesar de haber registrado 205.000 millones de
dólares de beneficios.
Según un informe de la Oficina de Presupuestos del Congreso de los Estados Unidos (
The Distribution of Major Tax Expenditures in the Individual Income Tax System)
los recortes fiscales que viene realizando el gobierno tienen un coste
de 900.000 millones de dólares este año y por su causa se dejarán de
ingresar 12 billones de dólares en los próximos diez años. Y si a esos
recortes se añaden las ayudas fiscales a los ricos y lo que se pierde
por la evasión de beneficios a los paraísos fiscales la merma anual de
ingresos es de unos 2 billones de dólares.
Otro estudio de Deloitte Center for Financial Services calcula que la
riqueza neta de las familias que disponen de más de 1 millón de dólares
fue de 38,6 billones de dólares en 2011. Eso significa que con un
mínimo impuesto del 2% sería más que suficiente para financiar el
déficit previsto para 2013 y que solo con eso se recaudaría algo más de
la mitad de lo que pagan cada años todos los norteamericanos en
impuestos individuales.
La realidad no es que en Estados Unidos se realicen gastos públicos
excesivos sino que se recortan impuestos a los ricos para
privilegiarlos. Mientras que los impuestos sobre los beneficios
empresariales representaban el 6% del PIB de Estados Unidos en los años
cincuenta, ahora ni siquieran llegan al 2%. Entonces, por cada dólar que
pagaba en impuesto un trabajador estadounidense, las empresas pagaban
tres, pero ahora ahora solo 22 centavos (
Five Tax Fallacies Invented by the 1%). Y
mientras que en los últimos 20 años los beneficios empresariales se han
multiplicado por cuatro, sus impuestos se han reducido a la mitad (
In 20 Years Corporate Profits Are Up 4X and Their Taxes Have Fallen by 50%).
Lo que hay detrás de “cierre” del gobierno estadounidense es que el
capitalismo ha llegado al paroxismo. No es que los ricos no quieran
gobierno sino que lo quieren solo para él. Mantienen el ejército y
mantienen las ayudas fiscales que van a ellos y los apoyos
multimillonarias a los bancos y a las grandes empresas. Ese
intervencionismo público no les disgusta ni quieren renunciar a
financiarlo, aunque hacen todo lo que está en su mano para que los
financien los demás, eso sí: en los últimos 20 años la proporción de
impuestos pagados por los trabajadores se ha doblado.
Lo ricos, más o menos entre el 1 y el 10% de la población total, lo
quiere todo, como demuestra que los beneficios de las empresas hayan
crecido desde 2008 veinte veces más que los salarios (
Corporate Profits Have Risen Almost 20 Times Faster Than Workers’ Incomes Since 2008)
o que de 2009 a 2011 el 88% del crecimiento del ingreso en Estados
Unidos fuese a beneficios empresariales y solo el 1% a salario de los
trabajadores.
El capitalismo de nuestros días no da para más.
Todo lo que no sea aumentar el beneficio de los de arriba da
completamente igual. El “cierre” del gobierno de Estados Unidos, por
ejemplo, supone que el 96% del personal de la Agencia de Protección
Medioambiental, el 69% del Departamento de Energía y el 97% de la NASA
no acuda al trabajo y que, por tanto, se paralicen sus programas; que
incluso el personal que repara carreteras y puentes tras inundaciones y
desastres pueda dejar de trabajar y que prácticamente se hayan dejado
las labores de supervisión pública de extracción de petróleo, gas o
mineral (
What the Shutdown Means For Energy and Environmental Programs).
No importa que se destroce a la sociedad, que se destruya el medio
ambiente o que se debiliten fatalmente las instituciones. Solo interesa y
preocupa concentrar hasta el extremo la riqueza y el poder político,
mediático y militar en manos de unos pocos, como ha sido siempre pero
ahora de manera mucho más exagerada porque lo cierto es que el
capitalismo de nuestros días ha sido capaz de vencer cualquier
resistencia al convertirse a su vez en una maquinaria gigantesca de
generación de consenso y sumisión, y también de destrucción y
aniquilamiento. No es casual que los mismos que defienden el cierre de
colegios, hospitales museos públicos o parques nacionales sean los que
financian sin límite las guerras genocidas, los ataques brutales a los
derechos humanos, la tortura, el espionaje generalizado y el
desmantelamiento de las democracias.
- See more at: http://juantorreslopez.com/#sthash.6Kpc0H6c.dpuf
Publicado en Público.es el 2 de octubre de 2013
El llamado “cierre” del gobierno de Estados Unidos se puede
interpretar y valorar de muchas formas pero creo que por encima de todo
refleja que el capitalismo no da para más.
No estamos hablando de que un país arruinado de Africa disponga de
una administración pública ínfima. No nos referimos ni siquiera a que
una gran economía no esté en condiciones de financiar servicios básicos
pero caros de salud o educación para toda su población: según la Oficina
del Censo de Estados Unidos allí hay más de 46 millones de pobres y más
o menos el mismo número de personas que no tiene asegurada la atención
médica en caso de enfermedad, una de cada seis personas que pasan
hambre, según
Feeding America, y casi 700.000 personas sin ningún tipo de vivienda.
Es peor. Se trata de que la primera potencia mundial no puede pagar el día a día de las actividades elementales de su gobierno.
Es cierto que no es la primera vez que sucede, sino que ha ocurrido
ya 18 veces desde 1976 (la última en 1996), y que en realidad se trata
de un vil chantaje político de los republicanos más extremistas porque
han sido precisamente los republicanos quienes más deuda han generado en
los últimos 35 años. Un estudio del Center on Budget and Policy
Priorities ha demostrado que el 55,8 % de la deuda actual la generaron
los recortes fiscales, el coste de las guerras de Irak y Afganistan y
los gastos de estímulo de G. Bush y el gasto militar y los recortes
fiscales de Reagan, mientras que las políticas de Clinton y Obama solo
han contribuido a generarla en un 28%.
Y la realidad es que detrás de esa medida no hay una razón fundada que obligue a recortar los gastos públicos.
Estados Unidos podría seguir financiando los servicios públicos a los
que renuncia estos días no solo sin necesidad de recortar un solo dólar
en gasto sino incluso aumentándolo para cubrir las necesidades de la
población de menor renta.
Afirmar que hay que recortarlos para poder limitar los déficits y la
deuda es una falacia que oculta la verdad de las cosas: son los gastos
militares (que representan algo más del déficit total previsto para
2013) y, sobre todo, los recortes fiscales que se vienen realizando en
los últimos treinta años para favorecer a los ricos y grandes empresas
lo que realmente disparan su deuda pública.
Según un estudio de Ciudadanos por la Justicia Fiscal los recortes de
financiación al sistema educativo de Estados Unidos fueron de 12.700
millones de dólares en 2012, más o menos la misma cantidad que han
evadido anualmente en impuestos estatales de 2008 a 2010 las 265 mayores
empresas del país (
6 Facts About Hunger That Demonstrate the Shameful Excesses of American Capitalism).
Y según esa misma organización 26 grandes empresas no pagaron impuestos
entre 2008 y 2011 a pesar de haber registrado 205.000 millones de
dólares de beneficios.
Según un informe de la Oficina de Presupuestos del Congreso de los Estados Unidos (
The Distribution of Major Tax Expenditures in the Individual Income Tax System)
los recortes fiscales que viene realizando el gobierno tienen un coste
de 900.000 millones de dólares este año y por su causa se dejarán de
ingresar 12 billones de dólares en los próximos diez años. Y si a esos
recortes se añaden las ayudas fiscales a los ricos y lo que se pierde
por la evasión de beneficios a los paraísos fiscales la merma anual de
ingresos es de unos 2 billones de dólares.
Otro estudio de Deloitte Center for Financial Services calcula que la
riqueza neta de las familias que disponen de más de 1 millón de dólares
fue de 38,6 billones de dólares en 2011. Eso significa que con un
mínimo impuesto del 2% sería más que suficiente para financiar el
déficit previsto para 2013 y que solo con eso se recaudaría algo más de
la mitad de lo que pagan cada años todos los norteamericanos en
impuestos individuales.
La realidad no es que en Estados Unidos se realicen gastos públicos
excesivos sino que se recortan impuestos a los ricos para
privilegiarlos. Mientras que los impuestos sobre los beneficios
empresariales representaban el 6% del PIB de Estados Unidos en los años
cincuenta, ahora ni siquieran llegan al 2%. Entonces, por cada dólar que
pagaba en impuesto un trabajador estadounidense, las empresas pagaban
tres, pero ahora ahora solo 22 centavos (
Five Tax Fallacies Invented by the 1%). Y
mientras que en los últimos 20 años los beneficios empresariales se han
multiplicado por cuatro, sus impuestos se han reducido a la mitad (
In 20 Years Corporate Profits Are Up 4X and Their Taxes Have Fallen by 50%).
Lo que hay detrás de “cierre” del gobierno estadounidense es que el
capitalismo ha llegado al paroxismo. No es que los ricos no quieran
gobierno sino que lo quieren solo para él. Mantienen el ejército y
mantienen las ayudas fiscales que van a ellos y los apoyos
multimillonarias a los bancos y a las grandes empresas. Ese
intervencionismo público no les disgusta ni quieren renunciar a
financiarlo, aunque hacen todo lo que está en su mano para que los
financien los demás, eso sí: en los últimos 20 años la proporción de
impuestos pagados por los trabajadores se ha doblado.
Lo ricos, más o menos entre el 1 y el 10% de la población total, lo
quiere todo, como demuestra que los beneficios de las empresas hayan
crecido desde 2008 veinte veces más que los salarios (
Corporate Profits Have Risen Almost 20 Times Faster Than Workers’ Incomes Since 2008)
o que de 2009 a 2011 el 88% del crecimiento del ingreso en Estados
Unidos fuese a beneficios empresariales y solo el 1% a salario de los
trabajadores.
El capitalismo de nuestros días no da para más.
Todo lo que no sea aumentar el beneficio de los de arriba da
completamente igual. El “cierre” del gobierno de Estados Unidos, por
ejemplo, supone que el 96% del personal de la Agencia de Protección
Medioambiental, el 69% del Departamento de Energía y el 97% de la NASA
no acuda al trabajo y que, por tanto, se paralicen sus programas; que
incluso el personal que repara carreteras y puentes tras inundaciones y
desastres pueda dejar de trabajar y que prácticamente se hayan dejado
las labores de supervisión pública de extracción de petróleo, gas o
mineral (
What the Shutdown Means For Energy and Environmental Programs).
No importa que se destroce a la sociedad, que se destruya el medio
ambiente o que se debiliten fatalmente las instituciones. Solo interesa y
preocupa concentrar hasta el extremo la riqueza y el poder político,
mediático y militar en manos de unos pocos, como ha sido siempre pero
ahora de manera mucho más exagerada porque lo cierto es que el
capitalismo de nuestros días ha sido capaz de vencer cualquier
resistencia al convertirse a su vez en una maquinaria gigantesca de
generación de consenso y sumisión, y también de destrucción y
aniquilamiento. No es casual que los mismos que defienden el cierre de
colegios, hospitales museos públicos o parques nacionales sean los que
financian sin límite las guerras genocidas, los ataques brutales a los
derechos humanos, la tortura, el espionaje generalizado y el
desmantelamiento de las democracias.
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Publicado en Público.es el 2 de octubre de 2013
El llamado “cierre” del gobierno de Estados Unidos se puede
interpretar y valorar de muchas formas pero creo que por encima de todo
refleja que el capitalismo no da para más.
No estamos hablando de que un país arruinado de Africa disponga de
una administración pública ínfima. No nos referimos ni siquiera a que
una gran economía no esté en condiciones de financiar servicios básicos
pero caros de salud o educación para toda su población: según la Oficina
del Censo de Estados Unidos allí hay más de 46 millones de pobres y más
o menos el mismo número de personas que no tiene asegurada la atención
médica en caso de enfermedad, una de cada seis personas que pasan
hambre, según
Feeding America, y casi 700.000 personas sin ningún tipo de vivienda.
Es peor. Se trata de que la primera potencia mundial no puede pagar el día a día de las actividades elementales de su gobierno.
Es cierto que no es la primera vez que sucede, sino que ha ocurrido
ya 18 veces desde 1976 (la última en 1996), y que en realidad se trata
de un vil chantaje político de los republicanos más extremistas porque
han sido precisamente los republicanos quienes más deuda han generado en
los últimos 35 años. Un estudio del Center on Budget and Policy
Priorities ha demostrado que el 55,8 % de la deuda actual la generaron
los recortes fiscales, el coste de las guerras de Irak y Afganistan y
los gastos de estímulo de G. Bush y el gasto militar y los recortes
fiscales de Reagan, mientras que las políticas de Clinton y Obama solo
han contribuido a generarla en un 28%.
Y la realidad es que detrás de esa medida no hay una razón fundada que obligue a recortar los gastos públicos.
Estados Unidos podría seguir financiando los servicios públicos a los
que renuncia estos días no solo sin necesidad de recortar un solo dólar
en gasto sino incluso aumentándolo para cubrir las necesidades de la
población de menor renta.
Afirmar que hay que recortarlos para poder limitar los déficits y la
deuda es una falacia que oculta la verdad de las cosas: son los gastos
militares (que representan algo más del déficit total previsto para
2013) y, sobre todo, los recortes fiscales que se vienen realizando en
los últimos treinta años para favorecer a los ricos y grandes empresas
lo que realmente disparan su deuda pública.
Según un estudio de Ciudadanos por la Justicia Fiscal los recortes de
financiación al sistema educativo de Estados Unidos fueron de 12.700
millones de dólares en 2012, más o menos la misma cantidad que han
evadido anualmente en impuestos estatales de 2008 a 2010 las 265 mayores
empresas del país (
6 Facts About Hunger That Demonstrate the Shameful Excesses of American Capitalism).
Y según esa misma organización 26 grandes empresas no pagaron impuestos
entre 2008 y 2011 a pesar de haber registrado 205.000 millones de
dólares de beneficios.
Según un informe de la Oficina de Presupuestos del Congreso de los Estados Unidos (
The Distribution of Major Tax Expenditures in the Individual Income Tax System)
los recortes fiscales que viene realizando el gobierno tienen un coste
de 900.000 millones de dólares este año y por su causa se dejarán de
ingresar 12 billones de dólares en los próximos diez años. Y si a esos
recortes se añaden las ayudas fiscales a los ricos y lo que se pierde
por la evasión de beneficios a los paraísos fiscales la merma anual de
ingresos es de unos 2 billones de dólares.
Otro estudio de Deloitte Center for Financial Services calcula que la
riqueza neta de las familias que disponen de más de 1 millón de dólares
fue de 38,6 billones de dólares en 2011. Eso significa que con un
mínimo impuesto del 2% sería más que suficiente para financiar el
déficit previsto para 2013 y que solo con eso se recaudaría algo más de
la mitad de lo que pagan cada años todos los norteamericanos en
impuestos individuales.
La realidad no es que en Estados Unidos se realicen gastos públicos
excesivos sino que se recortan impuestos a los ricos para
privilegiarlos. Mientras que los impuestos sobre los beneficios
empresariales representaban el 6% del PIB de Estados Unidos en los años
cincuenta, ahora ni siquieran llegan al 2%. Entonces, por cada dólar que
pagaba en impuesto un trabajador estadounidense, las empresas pagaban
tres, pero ahora ahora solo 22 centavos (
Five Tax Fallacies Invented by the 1%). Y
mientras que en los últimos 20 años los beneficios empresariales se han
multiplicado por cuatro, sus impuestos se han reducido a la mitad (
In 20 Years Corporate Profits Are Up 4X and Their Taxes Have Fallen by 50%).
Lo que hay detrás de “cierre” del gobierno estadounidense es que el
capitalismo ha llegado al paroxismo. No es que los ricos no quieran
gobierno sino que lo quieren solo para él. Mantienen el ejército y
mantienen las ayudas fiscales que van a ellos y los apoyos
multimillonarias a los bancos y a las grandes empresas. Ese
intervencionismo público no les disgusta ni quieren renunciar a
financiarlo, aunque hacen todo lo que está en su mano para que los
financien los demás, eso sí: en los últimos 20 años la proporción de
impuestos pagados por los trabajadores se ha doblado.
Lo ricos, más o menos entre el 1 y el 10% de la población total, lo
quiere todo, como demuestra que los beneficios de las empresas hayan
crecido desde 2008 veinte veces más que los salarios (
Corporate Profits Have Risen Almost 20 Times Faster Than Workers’ Incomes Since 2008)
o que de 2009 a 2011 el 88% del crecimiento del ingreso en Estados
Unidos fuese a beneficios empresariales y solo el 1% a salario de los
trabajadores.
El capitalismo de nuestros días no da para más.
Todo lo que no sea aumentar el beneficio de los de arriba da
completamente igual. El “cierre” del gobierno de Estados Unidos, por
ejemplo, supone que el 96% del personal de la Agencia de Protección
Medioambiental, el 69% del Departamento de Energía y el 97% de la NASA
no acuda al trabajo y que, por tanto, se paralicen sus programas; que
incluso el personal que repara carreteras y puentes tras inundaciones y
desastres pueda dejar de trabajar y que prácticamente se hayan dejado
las labores de supervisión pública de extracción de petróleo, gas o
mineral (
What the Shutdown Means For Energy and Environmental Programs).
No importa que se destroce a la sociedad, que se destruya el medio
ambiente o que se debiliten fatalmente las instituciones. Solo interesa y
preocupa concentrar hasta el extremo la riqueza y el poder político,
mediático y militar en manos de unos pocos, como ha sido siempre pero
ahora de manera mucho más exagerada porque lo cierto es que el
capitalismo de nuestros días ha sido capaz de vencer cualquier
resistencia al convertirse a su vez en una maquinaria gigantesca de
generación de consenso y sumisión, y también de destrucción y
aniquilamiento. No es casual que los mismos que defienden el cierre de
colegios, hospitales museos públicos o parques nacionales sean los que
financian sin límite las guerras genocidas, los ataques brutales a los
derechos humanos, la tortura, el espionaje generalizado y el
desmantelamiento de las democracias.
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