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Nos hunden la incompetencia y la mentira

Juan Torres López

24 jul 2012

España está en situación límite. Tal y como desean los grandes centros del poder oligárquico europeo, la subida de los tipos a los que se coloca nuestra deuda hará imposible su financiación y así se justificará la intervención global que vienen buscando. El Banco Central Europeo está haciendo el trabajo sucio desde hace meses, dejando que los especuladores se ensañen sin hacer nada para evitarlo, pero no se puede decir que sea el único responsable.
La verdad es que nuestros gobernantes son igualmente culpables de la situación extrema en la que nos encontramos porque vienen tomando desde hace meses una serie de medidas erróneas que era inevitable que nos llevaran al desastre, como hemos ido anticipando con total precisión los economistas críticos.
Venimos diciendo que permanecer en el euro sin unión fiscal (auténtica y no solo como un directorio que imponga disciplina presupuestaria), sin que exista un fondo europeo de rescate de los bancos (porque su situación patrimonial no puede resolverse con estrategias nacionales sino con una europea) y sin que el Banco Central Europeo actúe como un verdadero banco central que financie a los estados a bajo coste y que acabe con los especuladores para que la crisis de liquidez no se convierta artificial e innecesariamente en una de solvencia, era y es un suicidio económico, como ya estamos comprobando.
Hemos dicho por activa y por pasiva que dedicar miles millones a la banca sin conocer exactamente su auténtica situación patrimonial no resolvería nada, como seguimos comprobando después de varias reformas e inyecciones de liquidez.
También advertimos que optar por la política de fusiones de cajas, que era la estrategia que deseaban los bancos grandes para quedarse finalmente con su mercado, era una barbaridad que solo iba a dejar cadáveres muy costosos en el camino y solo más privilegios para quienes han provocado la situación financiera lamentable en la que nos encontramos, como también hemos podido comprobar ya.
Hemos demostrado que la experiencia y la evidencia empírica indican que las políticas de recortes de gasto en fases de crisis son una aberración que ni sirven para salir de ella ni para financiar mejor la deuda, como también se ha comprobado ya. Y hemos puesto de manifiesto que, además de ser tremendamente injustos, los recortes de derechos sociales son innecesarios (porque hay otras vías para obtener los recursos que se necesitan) y que crean una situación de emergencia social y de insostenibilidad que solo va a traer conflictos y perturbaciones ciudadanas muy graves, como estamos empezando a vivir.
Estamos, pues, donde estamos porque nuestros gobernantes han sido unos auténticos incompetentes. No tienen un plan de actuación previsto (como demuestra la improvisación constante), no saben lo que quieren o deben hacer (como indican las constantes idas y venidas), y no tienen la más mínima idea del efecto de las medidas que toman, como pone de manifiesto el que no acierten ni en una sola de sus previsiones.
Pero, además, los gobernantes del PP son unos mentirosos compulsivos (como Vicenç Navarro, Alberto Garzón y yo hemos demostrado en nuestro libro Lo que España necesita), unos trileros que se creen que pueden engañar a los mercados y a las autoridades europeas a base de hacer las mismas trampas que hacen a su electorado y a todos los españoles. Lo que naturalmente tiene un efecto desastroso sobre las apuestas especulativas de los mercados que les ganan constantemente la partida, como muestra el alza acelerada de la prima de riesgo desde que gobierna Rajoy.
El gobierno del PP no ha sabido defender los intereses de España en Europa y los ha traicionado al renunciar a enfrentarse a las imposiciones constantes de sus centros de poder. Sus dirigentes creyeron estúpidamente que su sola presencia en el Ejecutivo sería suficiente para dar la vuelta a la situación (“Que caiga España que ya la levantaremos nosotros”, decía Montoro en 2010) y en lugar de sincerarse con la ciudadanía se dedican a justificar su estrepitoso fracaso con el recurso a la herencia de Zapatero, un discurso que ya es sencillamente infame cuando día a día se comprueba que los ayuntamientos o comunidades autónomas en peor situación son las que el PP ha gobernado.
No pasa un día sin que nos llevemos un sobresalto o contemplemos una señal más de su incompetencia: ayer, la prima de riesgo volvía a desbocarse (como Vicenç Navarro y yo habíamos advertido que iba a suceder después del rescate bancario de junio, que Rajoy y el Rey decían que arreglaba nuestro problema financiero). Y el mismo Ministro de Economía que está constantemente actuando para ganarse la confianza de los mercados denunciaba ayer su “irracionalidad”, como si fuera un extremista antisistema cualquiera.
Hay que exigir que no sigan mintiendo más. Es imprescindible poner fin al engaño electoral y a la incompetencia que nos lleva al desastre. España debe y puede hacerse fuerte. En ninguna ley natural está escrito que el destino de nuestro pueblo tenga que ser el doblegarse a las imposiciones de poderes financieros extranjeros o soportar en silencio los destrozos de un gobierno que traiciona los intereses nacionales. Como también venimos demostrando los economistas alternativos, los técnicos de Hacienda, los movimientos y organizaciones sociales…, hay medidas de otro tipo y un horizonte diferente que nos permite resolver de otro modo nuestros problemas económicos, aunque es cierto que para ponerlos en marcha se necesita voluntad política y más fuerza social, solo posibles en una verdadera democracia, que es lo que nos falta.
Renunciando a ser libres (como ha reconocido Rajoy en el Congreso) y gobernando en contra de las preferencias de la mayoría de la población, en contra de lo prometido en su programa electoral y a base de decretos, el PP ha suspendido de facto la democracia en España. Y los españoles demócratas de todas las sensibilidades y tendencias tenemos el derecho y la obligación de recuperarla, por dignidad y para evitar la ruina que produce tanta mentira e incompetencia.

El memorándum de la troika y de Rajoy será un fracaso social y económico

El gobierno de Rajoy acaba de anunciar las medidas que le ha impuesto la llamada troika –Fondo Monetario Internacional, Comisión Europea y Banco Central Europeo-, y que sin lugar a dudas conducirán a la economía española a un abismo económico y social. Esta afirmación podría fundamentarse utilizando la teoría económica con objeto de demostrar la ineficacia técnica de las medidas, o también y más rápidamente tras comprobar el resultado empírico que medidas similares están teniendo en países como Grecia y Portugal.
Al margen del lugar en el que estas medidas dejan a la democracia, puesto que son impuestas por órganos no votados por la ciudadanía y representan un programa electoral que tampoco votó nadie, conviene revisar las probabilidades de éxito en lo que se refieren a creación de empleo y generación de crecimiento económico.

El gobierno español está empobreciendo aún más a los trabajadores. Esta mañana ha reconocido que sube el IVA en dos de sus tramos (el normal, hasta el 21%, y el reducido, hasta el 10%), rebaja las cotizaciones sociales un 1% por año, reduce las prestaciones sociales por desempleo y retira prestaciones a los trabajadores públicos. Todo ello significará una pérdida de poder adquisitivo que agravará las consecuencias de una reforma laboral que, por primera vez, ha reconocido Rajoy que tiene como objetivo moderar los salarios.
El gobierno y la troika confían en que se cree empleo y se reactive la economía gracias a las reformas estructurales (la reforma financiera y la reforma laboral como los dos pilares fundamentales). La argumentación está basada en las tesis de la teoría económica neoclásica, que aseguran que el desempleo es causado por distorsiones en el mercado de trabajo y que la falta de crédito derivada de los activos tóxicos es la que obstruye el crecimiento económico.
La troika entiende que en España hay una importante dualidad en el trabajo, con una parte de la población siendo fija y otra siendo temporal. La solución es, según su visión, homogeneizar las condiciones laborales a partir de la moderación salarial. Es decir, rebajar las condiciones de los de “arriba” para equipararlas a los de “abajo” y acabar así con los incentivos perversos en la contratación. Si los salarios bajan, los empresarios contratarán trabajadores y la actividad económica se recuperará.
Todo ello no tiene ningún sentido económico en la realidad social. Los empresarios aseguran, según el último informe del Consejo Económico y Social, que el problema principal es la falta de demanda y la falta de crédito, y no una cuestión salarial. Y esa falta de demanda es debida a que hay una parte de la población que es muy rica y consume relativamente poco en la economía real (en relación a sus ingresos) y una población crecientemente empobrecida y cuyo consumo se ha desplomado (estaba artificialmente alto por el endeudamiento). Es la crisis y la desigualdad la que han llevado a que el paro se dispare, no los bajos salarios. Y estas medidas solo consiguen profundizar en las deficiencias de la economía.
Por otra parte, la reforma del sistema financiero es sólo para tapar agujeros creados por la borrachera de crédito que tuvieron las entidades y que ahora estamos pagando entre todos. Pero aunque se tapen con éxito todos los agujeros, el sistema financiero no volverá a dar créditos por dos razones obvias: en primer lugar porque las empresas y hogares están excesivamente endeudados y lo que tratan es reducir esa exposición, no incrementarla, y en segundo lugar porque ningún banco dará créditos en una situación de crisis y donde la probabilidad de recuperar el dinero es muy reducida. En definitiva, la raíz del problema –más allá de las apariencias de los activos tóxicos- está en la economía real de nuevo.
Y es que el problema fundamental es que España carece de un modelo de crecimiento estable. Se ha hundido su modelo basado en el crédito –y que ha generado desequilibrios comerciales enormes- y ahora no tiene cómo volver a crecer y crear empleo. Por eso las necesarias reformas han de ser radicales y han de suponer un proceso de transformación productiva que conlleve, necesariamente por el contexto, la nacionalización de las grandes empresas y de todo el sistema financiero amén de un fuerte proceso de redistribución de la renta y de la riqueza. De otra forma la única alternativa técnica que le queda al sistema es una huida hacia delante deprimiendo salarios y llevando a nuestra economía a competir con países de bajos salarios como China o los países del este. Pero la troika es demasiado ingenua si cree que la sociedad, sabedora de que hay alternativas o sencillamente por reacción a un deterioro tan profundo, permanecerá impasible sin hacer tambalear el sistema económico y político definitivamente.

Rajoy anuncia el mayor destrozo del Estado del bienestar de la historia

El presidente anuncia en el Congreso durísimos recortes y una drástica subida de impuestos. Reducirá el subsidio de paro, aumentará el IVA del 18% al 21%, rebajará el número de concejales y se quitará la paga extra de Navidad a funcionarios y cargos públicos. Reconoce que no tiene "libertad" para implantar otra política

 JUANMA ROMERO (@JuanmaRomero) Madrid 11/07/2012 09:15 Actualizado: 11/07/2012 22:31

"Usted ya tiene su 12 de mayo. Este es su 12 de mayo". 

Josu Erkoreka, portavoz del PNV en Madrid, dibujaba en pocas palabras la sensación de flashback que inundó irremediablemente el Congreso esta mañana negra. El Mariano Rajoy de hoy que tenía que dar cuentas de la cumbre del Consejo Europeo de junio y del viraje radical de su política económica se parecía mucho, muchísimo, al José Luis Rodríguez Zapatero del 12 de mayo de 2010, cuando el entonces presidente del Gobierno anunció el que se dio en llamar el mayor tijeretazo social de la historia de la democracia, el que marcó el inicio del fin de su mandato.
Las palabras se quedaron esta mañana cortas para definir el brutal hachazo que el Gobierno del PP asesta al Estado del bienestar. De hasta 65.000 millones de euros en dos años y medio, casi cinco veces más del aplicado por Zapatero en 2010 (15.000 millones). Con castigos tan impopulares como la subida del IVA, la reducción de las prestaciones por desempleo, la supresión de la paga extra de Navidad a los funcionarios públicos, la reordenación de las Administraciones Públicas, el ajuste adicional de 600 millones de euros en los ministerios, otra merma a las ayudas a partidos y sindicatos, la reforma de las pensiones o el alza de los impuestos medioambientales. Sin que, en contrapartida, se grave más a las rentas más altas. Pero ese espectacular recorte quedó revestido con la misma letanía que acompañó también al discurso del anterior jefe del Ejecutivo: no hay más salidas, esto es lo hay que hacer, no se puede hacer otra cosa. Y aún más: Rajoy reconoció que España está tutelada, sin manos libres, sin autonomía. Intervenida, a fin de cuentas, aunque en ningún momento empleó esa palabra. "Los españoles hemos llegado a un punto en que no podemos elegir entre quedarnos como estamos o hacer sacrificios. No tenemos esa libertad. Las circunstancias no son tan generosas", expuso a las claras. 
"Hacemos lo que no nos queda más remedio. Estoy haciendo lo que no me gusta", asume
El presidente tuvo también que asumir que ha devorado por completo su programa electoral. "No disponemos de más ley ni de más criterio que el que la necesidad nos impone. Hacemos lo que no nos queda más remedio que hacer, tanto si nos gusta como si no. Yo soy el primero en estar haciendo lo que no me gusta", sostuvo, casi implorando perdón a sus votantes. 

Ajustes "no agradables", pero sí "imprescindibles"

La retórica dramática, churchilliana, centrada en la cultura de los esfuerzos sin cuento con la esperanza de una recuperación sin fecha, hizo de puesta en escena del anuncio de una batería de medidas que el propio Rajoy asumió que "no son agradables" y "duelen a cada persona", pero que sí son "imprescindibles".
El presidente tardó en entrar en materia, intentando retrasar el sinsabor del relato de los ajustes obligados por la Unión Europea y motivados por el desbocamiento del déficit –3,41% del PIB hasta mayo, nueve milésimas menos del tope de todo el año, 3,5%–. Lo prologó con la información del Consejo Europeo y de los acuerdos alcanzados con los países del euro. Después desenfundó el cuchillo y desembuchó medida tras medida de forma rápida, con gesto serio, como en su día hizo Zapatero [ver aquí un listado de todas ellas]. Aunque no con la imagen cansada y con ojeras que lució en 2010 el expresidente. Esta vez no envió a sus ministros a quemarse ante la opinión pública. Esta vez lo hizo él mismo, asumiendo todo el coste de la impopularidad de su iniciativa. 
Aumentarán los impuestos del tabaco y se reforman los tributos verdes
Los recortes de Rajoy (los nuevos, porque el serial empezó el pasado 30 de diciembre) contemplan medidas de rebaja del gasto y de aumento de los ingresos. De todas ellas, quizá la más dolorosa y la de mayor impacto es la subida del IVA que aprobará el Consejo de Ministros de este viernes. El tipo general aumentará tres puntos –del 18% al 21%–; el reducido, dos, del 8% al 10%, y el superreducido, el que se aplica a productos de primera necesidad, se mantiene en el 4%. Rajoy en su día criticó furibundamente el alza aprobada por Zapatero, jamás dijo que subiría la imposición al consumo en campaña electoral y, ya en el poder, intentó resistirse a la evidencia. Pero al final cayó. No se esforzó en renegar de sus contradicciones: "Yo me he opuesto a la subida del IVA. Sí, sí, me he opuesto, no tengo ningún problema en decirlo. Lo sabe todo el mundo, ¿para qué voy a negarlo?". 
El aumento del IVA irá de la mano de una subida de los impuestos del tabaco y de una reforma de la tributación medioamiental, bajo el principio de "quien contamina paga". No aportó mayor concreción. Como contrapeso, se aprobará una rebaja de las cotizaciones sociales que abonan los empresarios –menguarán un punto en 2013 y otro punto más en 2014– y se realizarán modificaciones en el sistema de pago fraccionado de Sociedades. Además, elimina la deducción por compra de vivienda, que el Gobierno recuperó en diciembre. Obedeció así sin rechistar a lo que le exigían la UE y el FMI.

Fuera la paga también de diputados y senadores

El segundo retoque de calado afecta a la prestación por desempleo, en muchos casos el sustento básico y único para los 5,6 millones de parados del país. El subsidio seguirá percibiéndose 24 meses como máximo y se mantendrá el importe actual durante el primer semestre. Pero aquí viene el cambio: con el objetivo teórico de "animar a la búsqueda activa de trabajo", los que se sumen a la cola del paro verán menguada su prestación a partir del sexto mes del 60% al 50% de la base reguladora. Se exigirá haber trabajado para acceder a la renta activa de inserción.
Recortes en dependencia y reducción de los liberados sindicales
A su vez, se llevará al Pacto de Toledo un proyecto de ley para "acelerar la aplicación del factor de sostenibilidad". Esto es un elemento que se introdujo en la reforma de las pensiones que aprobó Zapatero en 2011, que establece que a partir de 2027 se revisarán los parámetros fundamentales del sistema (entre ellos, la cuantía de la prestación), en función de la esperanza de vida de la población. En suma, lo que pretende el Ejecutivo es adelantar esa fecha, hacer que se estudie antes de 2027 la modificación de las pensiones. Por otro lado, se endurecerá el acceso de la jubilación anticipada
Tajo también a la dependencia, otra de las vacas sagradas que el presidente prometió dejar a resguardo: "Se racionalizará el gasto en el sistema de dependencia, revisando el baremo y las prestaciones económicas". No hay por ahora más pormenor que lo adelantado ayer martes por Ana Mato, ministra de Sanidad. Al tiempo, se suprimirá un "gran número de las actuales bonificaciones a la contratación, salvo las relativas al nuevo contrato para emprendedores", que introdujo la reforma laboral de Fátima Báñez, "o a la inserción laboral de las personas discapacitadas".
Bajo el rótulo "revisión integral de la función pública", Rajoy enmascaró un profundo empeoramiento de las condiciones de los funcionarios. Se les reducirá el número de días de libre disposición –los llamados moscosos–, se "ajustará" el número de liberados sindicales a lo previsto por la ley –sigue el presidente la estela ya iniciada por Esperanza Aguirre en 2012–, "se equipararán las condiciones en situación de incapacidad temporal a las del resto de trabajadores" y se "facilitará" su movilidad. Y lo más importante: se les quitará, a funcionarios y cargos públicos de todas las administraciones, la paga extra de Navidad en 2012. Rajoy pidió que ese "esfuerzo" fuera compartido por diputados y senadores. Una reclamación que saldrá seguro sin contratiempos, ya que las Cortes son controladas por mayoría absoluta por el PP. A los empleados públicos, y sólo a ellos, se les compensará la suspensión de su paga de Navidad en 2015, pero no en metálico en sus cuentas, sino a través de la "correspondiente aportación en el fondo de pensiones".

Cambios en las administraciones

El presidente cosechó de los diputados de su bancada uno de los primeros aplausos tras el anuncio de una medida más populista que otra cosa: el recorte en un 30% del número de concejales por tramos de población, para lo que tendrá que cambiar la Ley Electoral. Se fijará en la Ley de Presupuestos la retribución de alcaldes y ediles en función del tamaño del municipio. Se producirá una "drástica reducción –e incluso eliminación– de empresas públicas en el ámbito local para evitar "duplicaciones y triplicaciones de servicios". 
Los ministerios sufrirán otro mordisco de 600 millones en 2012
Los ajustes irán acompañados de una reforma de la Administración local ya esbozada en las últimas semanas. Se delimitarán las competencias de cada escalón de la Administración, se descarga a los ayuntamientos de las llamadas competencias impropias, se controlarán las cuentas públicas con el  "fortalecimiento de la imparcialidad del interventor municipal y funcionarios con habilitación de carácter nacional" y finalmente se refuerza el papel de las diputaciones provinciales para centralizar la prestación de servicios. El ahorro estimado con la reforma es de unos 3.500 millones de euros. 
Las comunidades autónomas serán obligadas a apretarse su ya más que corto cinturón y tomar las decisiones que hagan falta para conseguir alcanzar sus objetivos de déficit. Aunque mañana jueves se concretará en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), el presidente ha confirmado que se pondrá en marcha un "instrumento financiero que garantice la liquidez suficiente para que las CCAA hagan frente a sus compromisos financieros". O sea, los llamados hispanobonos. Aquellas regiones que se acojan al plan deberán apencar con más recortes y subidas de impuestos o, en la terminología gubernamental, una "condicionalidad y control adicionales del Estado".
El gasto en los ministerios se reducirá en 600 millones de euros adicionales. Una evidencia más de que los Presupuestos Generales del Estado de 2012, que llevan en vigor apenas una semana, ya no sirven. La tijera se meterá en los créditos destinados a subvenciones, gastos corrientes y transferencias. Para 2013, el Gobierno menguará más aún las ayudas a partidos, empresas y sindicatos. Se contraerán un 20% más, cuando ya en este ejercicio habían decrecido en la misma cantidad
Para el epílogo dejó Rajoy otras medidas de contenido más difuso: ley de unidad de mercado, implantación de un mecanismo "ágil" de resolución de conflictos entres las administraciones y los operadores económicos, liberalización del sector servicios, reforma energética y flexibilización de los horarios comerciales. Se llevará a cabo igualmente la liberalización y, en su caso, privatización de los servicios asociados al transporte ferroviario, portuario y aeroportuario

Situación "extraordinariamente grave"

Gritos de "¡Dimisión, dimisión!" al término del discurso del presidente
"El panorama que he presentado es más bien sombrío". Rajoy culminaba así la andadura de un relato que, a diferencia de otras ocasiones, no estaba preñado de referencias a la herencia recibida por el PSOE. "Nos encontramos en una situación extraordinariamente grave y es preciso corregirla con urgencia", reforzó Rajoy. "Tenemos que salir de este atolladero y necesitamos hacerlo cuanto antes. Y aquí no caben ni fantasías ni ocurrencias. Porque no hay mucho que escoger: o reducir los gastos o aumentamos los ingresos, o si no nos queda más remedio, hacemos ambas cosas".  El presidente ensayó un ejercicio de contrición: "Dije que bajaría los impuestos y los estoy subiendo. No he cambiado de criterio. Ni renuncio a bajarlos cuando sea posible, pero han cambiado las circunstancias y tengo que adaptarme a ellas. Hago lo único que se puede hacer para salir de esta postración". Un alegato semejante al "me cueste lo que me cueste" que entonó Zapatero en el debate del estado de la nación de 2010
Y como Zapatero, Rajoy apeló a la unidad colectiva, a la "colaboración de todos". Porque tras el dolor y el látigo, vino a decir, llegará la tierra prometida, la recuperación de la crisis: "¿Servirán de algo tanta estrechez y tantas apreturas? La respuesta es un sí con toda rotundidad. Estoy convencido de que al final del sacrificio nos espera la recompensa", pues España aún conserva "fortalezas económicas, estructurales, demográficas, incluso morales". 
El pleno recibió con profundo malestar el discurso de Rajoy. El rumor fue creciendo de menos a más, según el presidente soltaba, una tras otra, medida dura tras medida dura. Al final, entre el aplauso de su bancada, puesta en pie, se oyeron gritos de la izquierda: "¡Dimisión, dimisión!".

La sangre del sistema

El presidente se dispuso a escuchar la lluvia fina y constante de reproches de la oposición desde su escaño, de izquierda y derecha. El resto del Gobierno escuchaba con rostro grave, circunspecto. No era para menos, visto el durísimo varapalo que Rajoy acababa de propinar a su programa, a su imagen. En la réplica, el jefe del Ejecutivo no aportó argumentos ni datos nuevos. Sólo más cucharadas de dramatismo. Tampoco zahirió a un Alfredo Pérez Rubalcaba que en su intervención inicial había sacado poco colmillo. Es más, le agradeció su apoyo. 
El Ejecutivo insiste en que no puede dejar que se hundan los bancos
Primero respondió a las críticas de que su Gabinete destina más dinero a la banca y a los poderosos mientras empobrece a los españoles. Subrayó entonces que el salvamento de la banca era necesario, porque el sistema financiero es a la economía de un país lo que la sangre representa para el cuerpo humano. Sin él, "no habrá ni bienestar ni riqueza". Razón por la que el Gobierno no puede "dejar que se hundan" los bancos. Además, las condiciones del rescate –palabra todavía tabú en el diccionario del PP– son "muy buenas" y no imponen una "condicionalidad macroeconómica". Rajoy pretendió desenlazar las imposiciones que el Eurogrupo marca al sistema financiero de las exigencias que Bruselas fija para España por el descontrol de su déficit, y que obviamente son las que han obligado a tomar las medidas anunciadas hoy. De esa anilla colgó sus reproches al Ejecutivo de Zapatero, pues de no haberse encontrado un agujero del 8,9% con que se cerró 2011, la situación sería otra.
Rajoy presumió de que sus recortes miran "el interés general" de los españoles y que son "justos y equitativos". Quiso hacer ver que había arremetido contra los poderosos como nunca antes nadie se había atrevido: "Nosotros hemos rebajado los sueldos de los presidentes y consejeros delegados de entidades financieras con ayudas públicas, cosa que no había hecho antes nadie. Nosotros hemos subido el impuesto sobre la renta de las personas físicas con un recargo más progresivo que el que nunca antes se haya establecido. Por tanto, no puedo aceptar la crítica, porque no es justa, de no ser justo y equitativo a la hora de tomar decisiones".
El presidente de que sus medidas "miran el interés general" y son "equitativas"
La última palabra del presidente llegaría pasadas las tres de la tarde. "Por este camino este país se va a ir muriendo poco a poco de forma muy mejorada", le había augurado Cayo Lara, comparando España con un enfermo terminal que antes de morir experimenta una ligera mejoría. Rajoy tomó la acusación para engarzar su mensaje de cierre: "Creo que el Gobierno –lo puedo decir un día como hoy, complicado, en un día en que hemos tomado decisiones de esas que a casi nadie le gusta tomar– tiene los objetivos claros, tiene un rumbo y sabe cuáles son los instrumentos. Yo tengo la total y absoluta confianza de que este partido, este equipo, con este programa económico que he presentado, va a lograr sacar a España de la crisis". 
La duda es la misma de siempre: si el empacho de ricino funcionará esta vez. Y si el final de la agonía llegará pronto. A eso Rajoy no puso fechas, ni calendarios.